Año 2016 Blog Aperos: resumen de un año lleno de historias

En esta entrada hacemos un resumen de lo publicado durante este año. 2016 ha sido un año especial gracias a todos vosotros, en total hemos tenido más de 130.000 lecturas directas de nuestras entradas, lo cual nos llena de satisfacción. Hemos logrado multiplicar por 10 las visitas que tuvimos en 2015, lo que nos da fuerzas para seguir adelante. Esperamos continuar publicando más historias y que la aceptación, al menos, esperamos sea igual de buena. Gracias nuevamente a todos los que nos seguís y apoyáis.

A continuación hacemos un breve resumen de las historias que os hemos contado mes a mes, pinchado en cada uno de los enlaces (letra negrita) podéis ir a la entrada correspondiente.

Cantaras en sus cantareras y bombonas 

El año lo comenzamos contando la historia de como se llevó a cabo el reparto de las fincas la Dehesa y el Campillo entre los habitantes de Almodóvar del Campo. A esta entrada le siguió otra en la que presentabamos el libro "Los Sombreros de Jacinto", regalo de reyes que le hicimos a Jacinto Ruiz García-Minguillán. En el libro se muestran los sombreros que ha ido recopilando a lo largo de los años. La presentación se realiza con una bonita maquetación con fotografías de los sombreros y contando brevemente su historia.

En el mes de febrero repasamos la vida de uno de los personajes más Ilustres que ha nacido en Almodóvar del Campo, El V.P. Martín Gutiérrez. Como vimos méritos no le faltan para convertirse en el tercer beato de Almodóvar del Campo. Durante este mes también publicamos una entrada sobre como fue recogida en prensa la inauguración del Gran Teatro de Puertollano, acaecida en 1920.

Fotografia estereoscópica. Minas del Horcajo 1911.

La boda de José Costi y Mercedes Ibarra, en el año 1920 nos ocupó una de las entradas que escribimos durante el mes de marzo. Fue un evento social de gran relevancia en su época y hemos podido recrearla a través de una crónica que se escribió sobre ella. La otra entrada de ese mes la dedicamos a una antigua práctica que se utilizaba para designar la propiedad de los muros medianeros a través de unos testigos que se dejaban en ellos

En abril os contamos dos historias que disfrutamos mucho durante su elaboración. La primera era referente al como era y donde se situaba el castillo de Almodóvar del Campo, lamentablemente desaparecido en su totalidad, y la segunda una recreación sobre el último viaje que realizó Primitivo Garach, famoso empresario zapatero, a su pueblo natal.

Una entrada sobre las migas manchegas, su elaboración y algunos datos curiosos sobre su historia abrió el mes de mayo. Dado que la festividad de San Juan de Avila se celebra el 14 de Mayo, una entrada la dedicamos a los milagros que se expusieron en su proceso de beatificación. Por último rescatamos un texto de D. Germán Inza Villa sobre el valle de Alcudia, en esta entrada tuvimos la colaboración especial de Jesús Monroy, el cual nos dejo algunas fotografías para ilustrar la entrada.

Nada mejor que un buen plato de migas.

Durante el mes de junio escribimos sobre una costumbre perdida, la enramá, fiesta que celebraban los quintos antes de partir al servicio militar. En este mes publicamos una serie de dos entradas en las qeu se describía como era la vida en Minas del Horcajo. La historia contada por D. Horacio Cortes y Castañón nos adentra en la dureza del trabajo en las minas a finales del siglo XIX y en como se vivía en este importante asentamiento minero. Minas del Horcajo parte 1: El descenso a la Mina. Minas del Horcajo parte 2: Nunca os olvidaré

En julio publicamos una única entrada, a modo de cuento contábamos la historia de un botijo, desde que el alfarero recoge la arcilla hasta su dura competencia con el frigorífico.

La historia de Cristobal Arias de Monroy, conquistador y aventurero nacido en Almodóvar del Campo fue objeto de una entrada en agosto. Su vida buscando el dorado, desde que dejo su pueblo natal hasta que falleció como encomendero en la hoy Colombia tuvo que ser desde luego de lo más increíble. Durante ese mes también publicamos una entrada sobre diferentes medidas de longitud, superficie y capacidad que eran utilizadas y que han quedado relegadas por otras medidas (una arroba de vino y una fanega de tierra...). Esta entrada alcanzo 20.000 visitas en un solo día siendo a día de hoy la entrada que mas relevancia ha tenido de las publicadas en el blog.

El valle de Alcudia. Fotografía de Jesús Monroy.

El mes de septiembre es un mes de fiestas y una entrada la dedicamos a recopilar unos textos de la periodista local Dª. Maria Teresa Villa sobre las fiestas de Almodóvar del Campo en el año 1908. Nos podemos hacer una idea de como se celebraban los encierros y bailes hace ya más de un siglo. Ese mes de septiembre publicamos una entrada que escribió para nosotros Francisco Velasco Friginal, autor del libro "Conóceme. La historia de un embalse en Fernán Caballero" (Editorial Circulo Rojo). En la entrada se hace un resumen de la historia del embalse de Gasset.

La historia de los baños de Fuecaliente abrió las entradas escritas en el mes de octubre. Un texto extraído de la revista Semanario Pintoresco Español escrito en 1844, nos describe los legendarios orígenes de la población y recopila información sobre las cualidades del agua de los manantiales existentes en la población. Una interesante historia de la siega escrita por C. Rodrigañez en la Gaceta Agricola en el año 1884 fue motivo de otra entrada. Por último ese mes escribimos una entrada sobre Fray Lúcas de Almodóvar, fraile franciscano que vivió en el actual México en el siglo XVI y que llevó a cabo numerosas curaciones, algunas consideradas milagrosas, entre ellas la de Antonio de Mendoza y Pacheco, Virrey de Nueva España.

Con noviembre llega el frío y con el comienzan a apetecer platos contundentes como el ajo patatas. Éste plato fue el protagonista de una entrada en este mes. Diferentes formas de elaborarlo y su historia desde humilde plato hasta las mesas burguesas son contadas. ese mes rescatamos un texto sobre otra costumbre ya en desuso, el besamano. Aun artículo firmado por Juan de Madrid y publicado en la revista La Última Moda en agosto de 1885 nos describe los diferentes tipos de besamano y su correcta ejecución.

El año lo cerramos con una entrada en el mes de diciembre sobre recipientes y envases que están quedado olvidados, zafras, zaques, cantaras, orzas... todo un mundo de envases que sigue mereciendo ser recordado.

Esperamos que 2017 venga lleno de alegrías para todos y de nuevas historias que contar.

Un fuerte abrazo.

Jacinto Ruiz Carmona
Patricia Ruiz Carmona
Jacinto Ruiz García-Minguillán



Recipientes y envases para el recuerdo

En sí un envase o recipiente tiene como función principal preservar, contener, transportar, informar, expresar, impactar y proteger al producto que contiene. A lo largo de nuestra historia los seres humanos hemos utilizado envases para almacenar y proteger alimentos y bebidas. Estos han ido evolucionando a la par que los seres humanos y se han adaptado a nuestro entorno y nuestras necesidades.

En la prehistoria y el paleolítico se utilizaban envases que se encontraban en la naturaleza tal, sin ser modificados, como troncos de árbol, rocas con huecos, conchas marinas, hojas, etc. A medida que fuimos evolucionando se fueron modificando los productos que teníamos a nuestro alcance como pieles y vejigas y se adaptaron para albergar distintos productos. En el mesolítico ya sabíamos modelar barro y trenzar hierbas para hacer envases, y en el Neolítico aprendimos a cocer el barro y hacer vasijas. Griegos y Romanos utilizarían vidrios, botas de tela y barriles de madera, así como botellas, tarros y urnas de barro cocidos.

Con la revolución industrial y el desarrollo de las vías férreas se hizo posible el traslado de grandes cargas en forma rápida y económica. La creación de sistemas de distribución que permitía transportar productos a una larga distancia fue la clave en el desarrollo de nuevas formas de embalar y envasar, pero en las zonas rurales se mantuvieron los envases tradicionales hasta prácticamente nuestros días. ¿Quién no ha bebido agua de un botijo, no ha cogido chorizos de una orza o no le ha robado galletas a la abuela de las ollas de la alacena? En esta entrada queremos mostrar algunos de estos envases tradicionales, que poco a poco se están quedando sin uso y su utilidad dentro de nuestro entorno rural.

Las zafras y los jarros para el aceite

Las zafras de las casas eran unos recipientes donde se almacenaba todo el aceite del año, tenían una capacidad de hasta 30 arrobas (cada arroba son 16 litros). De las zafras se sacaba el aceite a recipientes más pequeños y manejables llamados alcuzas o jarros para el consumo diario.

Zafras de aceite

Jarros y alcuzas de aceite

Lecheras y cántaras para la leche.

Las cantaras son las de mayor tamaño, en las que se transportaba la leche desde las vaquerías a las lecherías y las lecheras eran los recipientes en los que la gente transportaba la leche hasta sus hogares. Aún recuerdo acompañar a mi abuela a la lechería de “los Bonis” a por un cuartillo de leche.

Cantaras y lecheras

Cántaros, botijos y zaques para agua.

Los cántaros se utilizaban para transportar el agua desde las fuentes a los hogares. Luego se vertía en los botijos, que son más manejables para poder beber o en las orzas, donde se almacenaba para el uso en la cocina principalmente. Cuando había que llevar el agua al campo en verano se usaban los zaques, fabricados con la piel de cabrito curado, la piel era del cabrito entero, no tenía cortes y se mantenía el pelo por fuera para mojarlo y mantener el agua fresca en verano toda la jornada.

Cantaros en las cantareras, que era donde se depositaban para mantenerlas aisladas del suelo
Zaque perteneciente a Jacinto Ruiz. Lo fabricó su vecino Faustino

Pellejos para mieles y aceites.

Los pellejos se utilizaban cuando se querían transportar principalmente miel. Al igual que con los zaques se fabricaban a partir de pieles de cabrito enteras y se curtían por dentro para poder limpiarlas y mantenerlas en buen estado.

Pellejos de cabrito utilizados para el trasporte de miel.

Orzas, las grandes para agua y las pequeñas para la matanza.

Como hemos comentado anteriormente en los hogares había orzas de gran tamaño para almacenar el agua que se utilizaba en la cocina, para fregar, para higiene y demás tareas domésticas. Las de pequeño tamaño se usaban para almacenar los productos de la matanza, los chorizos, la manteca, los lomos, huesos y costillas e incluso el pan, estas eran cilíndricas con tapas de barro.

Orzas de agua y matanza

Cubas y bombonas para el vino.

En las cubas, recipiente de mayor tamaño, se almacenaba el vino a granel y estaban fabricadas en madera. Para uso doméstico se utilizaban las bombonas, de vidrio recubiertas de esparto o de caña.

Cuba de vino

Bombonas recubiertas de caña con tapón de corcho

Sacos y costales para harinas y cereales.

Los sacos se fabricaban con yute o arpillera para que pudieran traspirar y que no se pudrieran los cereales y las legumbres que albergaban. Todos tenían el mismo volumen, contenían fanega y media de cereales. Los costales se fabricaban con lonas, son altos y estrechos, pudiendo medir hasta 1,30m de altura y servían para almacenar harina.

Esta es tan sólo una pequeña muestra de la inmensa cantidad de envases que se podían utilizar para almacenar y trasportar alimentos y bebidas en las casas de nuestros abuelos.

Costales de harina

Esperamos poder recopilar más envases para próximas entradas. Asimismo admitimos todas las sugerencias que se os ocurran. 

Referencias:


Almargen.com (Fuentes de la información: Matias S. Perez, España y Prof. Ing. Walter Francisco Salas Valerio, Universidad Nacional Agraria La Molina)

El besamano. La última moda

La Moda emplea el mismo procedimiento respecto de las costumbres que de las novedades. Al cabo de algún tiempo, lo que se quedo antiguo vuelve a ser moderno; pero con detalles y matices que le dan todo el encanto de la novedad.


El antiguo besamanos, que durante una buena parte del pasado siglo sólo se practicaba en los palacios con los soberanos, ha vuelto como en otros tiempos a ser un acto de galantería, o mejor dicho, un homenaje a las que son reinas en los salones; pero al reproducir esta parte de la antigua etiqueta, la Moda la ha adaptado a las tendencias y costumbres de la época
Besamano a la americana
El caballero coge la mano de la señora y la aproxima a sus labios


En el siglo XVIII, tanto en Francia como en España, cuantas personas por su estirpe o por su categoría social tenían acceso en los palacios reales o frecuentaban las moradas de los nobles de abolengo, necesitaban como complemento de su educación aprender a andar, a saludar y a bailar las pavanas y minuetos que estaban en todo su apogeo, para lo cual disponían de profesores muy considerados, que daban la mayor importancia a aquella parte teatral de la educación femenina. Nadie ignora que el arte de hacer reverencias constituía uno de los méritos que más se ponderaban y más en cuenta se tenían para considerar, tanto a las damas como a los caballeros.


La Revolución francesa acabó con éstas ceremonias, que continuaron observándose en las cortes de Austria, Italia, Portugal y España.

El besamano moderno
El caballero se inclina un poco, eleva suavemente la mano que le tienden y posa sobre ella sus labios

Durante el segundo Imperio, hubo en París un profesor de baile del antiguo régimen que logró renovar la ceremoniosa etiqueta, aunque con importantes modificaciones, porque no en vano pasa el tiempo. Haciendo una combinación entre las reverencias de la época de Luis XV y el besamanos que aún se conservaba en algunos palacios reales, restableció en la Corte de Napoleón III y de la Emperatriz Eugenia un besamanos, para cuya ejecución, además de las lecciones orales, escribió un tratado que gozó de gran éxito hasta la caída del Imperio.


La ceremonia a que aludo, constaba de cuatro tiempos, a saber: Después de hacer una reverencia, el caballero, llevando en la mano izquierda el claque, pendiente el brazo á lo largo del cuerpo formando una línea flexible, extendía la mano derecha y se inclinaba delante de la señora. Este era el primer tiempo. Con la mano derecha cogía suavemente la mano que la señora le ofrecía, depositando en ella un simulacro de beso. Este era el segundo tiempo. Como para el acto anterior, necesitaba inclinarse el caballero. El tercer tiempo consistía en que se irguiera lentamente; pero sin dejar de tener algo inclinada la cabeza. El cuarto tiempo se reducía a volver con gracia y elegancia a la primera postura, de modo que el galán resultase en actitud a la vez sumisa y arrogante. Este besamano puede verse reproducido en el grabado que aparece en la parte inferior de esta página con la rúbrica de el besamano antiguo.
El besamano antiguo
El caballero se inclina profundamente y besa la punta de los dedos de la mano, que con altaneria le concede la señora

La desusada costumbre ha sido restablecida por la Moda; pero ya no es ni sombra de lo que era, habiendo quedado reducida a una simple fórmula. Lo más original es, que la renovación modificada de la antigua etiqueta, ha sido realizada por la buena sociedad Norte americana. El caballero no se inclina para besar la mano a la señora: se la coge, la' eleva hasta el nivel de sus labios y de este modo se molesta lo menos posible. Los labios no llegan a tocar a la mano... sin duda por miedo a los microbios. Lo más extraño de todo esto, y no sé si añadir lo más lamentable, es que en los países en donde la reverencia y el besamano llegaron a su mayor grado de apogeo, se copie y aclimate la parodia del antiguo besamano.
El besamano, entre ceremonioso y familiar
Los matices de este acto de galantería son muy sutiles.La familiaridad depende del sitio donde el caballero coloca sus labios

En los grabados que reproducimos en esta página y en la siguiente, pueden verse en acción el besamano a la americana, el que todavía se conserva en algunas naciones de Europa, el que ha quedado antiguo y el que podríamos calificar de familiar. En España no se practica todavía el besamano moderno; pero de todos modos, aunque sea a título de curiosidad, creo que complacerán a las lectoras la reseña que he hecho y las ilustraciones que la completan.

Juan de Madrid - 20 de agosto de 1905.

Revista la Ultima Moda, num. 920, año XVIII, Madrid - Sección de Vida Social.

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La Última Moda fue una de las más destacadas y longevas revistas ilustradas dedicadas a la moda y las labores destinadas a la mujer, a imitación de las que triunfaban en el París de finales del XIX y primeras décadas del XX. Aparece el nueve de enero de 1888, con el subtítulo “revista ilustrada hispano americana”, llegando seis años después a alcanzar los 24.000 ejemplares, difundidos tanto en España como en las colonias de ultramar, sufriendo una merma en sus suscripciones tras la pérdida de éstas. Dejó de publicarse en 1927.

Su periodicidad inicial será quincenal, en números de ocho páginas, con nutridas y bellas ilustraciones, principalmente en la portada y páginas centrales, de grabados de modelos, figurines, vestidos, sombreros y otros complementos, así como patrones, labores y dibujos para bordar.

No podemos acabar la entrada sin dejar de mostraros la portada del número del que hemos extraído el artículo, dado lo curiosos de la misma. Jugar un partido de tenis con esos trajes debía ser de lo más singular. 


Fuente: Hemeroteca digital. Biblioteca Nacional


El ajo patatas. La grandeza gastronómica de lo sencillo

Algunas de las entradas las estamos dedicando a diferentes platos típicos de la gastronomía manchega, y dadas las fechas en las que nos encontramos vamos a escribir algo sobre un plato que en el pasado fue fuente de energía para pastores, agricultores, gañanes y hortelanos; y que hoy en día es difícil de encontrar en las cartas de restaurantes, aunque todavía se sigue cocinando en algunas casas, hablamos del ajo patata.
Un buen plato de ajo patatas.

Superado en fama actualmente por las migas y las gachas como estandartes de la comida manchega invernal, posiblemente el ajo patata sea junto a éstos el más claro ejemplo de la cocina que se hacía en esta tierra, comida humilde y sencilla, básicamente de subsistencia, aprovechando todo lo que la tierra podía dar.

El ajo patata, en su versión más simple contaba como ingredientes con las patatas, el ajo, el pimentón y la sal. Existen diversas versiones en las que se añade arroz, pimientos, trozos de bacalao seco, acelgas o setas. Con estos ingredientes se conseguía un plato con más sabor, pero es verdad que ingredientes como el bacalao seco, las verduras y setas no eran accesible para gran parte de la población. La introducción de nuevos ingredientes fue realizada por las clases más pudientes, que así adaptaron este sencillo plato a su recetario.

La gran virtud de esta receta es su fácil elaboración, lo que le permitía al agricultor comer algo caliente cuando estaba alejado de su casa. Dada las faenas a realizar y el tiempo que se tardaba en llegar hasta los terrenos a labrar, era normal salir temprano y regresar a casa a la caída del sol, por lo que en ocasiones cuando no llevaban comida desde sus casas cocinaban recetas como el ajo patatas en el lugar de trabajo. Los utensilios básicos para cocinar la receta eran un caldero, unas trébedes y una paleta, las cuales podían transportar en sus carros. Los ingredientes era tradición llevarlos en envases realizados con cuernos de toro, de diferente tamaño según el elemento al almacenar. El cuerno más pequeño para el pimentón, el mediano para la sal y el grande para el arroz.
Envase para ingredientes de ajo patatas realizado en cuernos pertenecientes a Robustiano de Gregorio Martín.

A continuación os dejamos con la receta extraída del libro de Carmen de Gregorio Arriaga “Costumbres y Cocina Manchega” editado por la Biblioteca de Autores Manchegos (Diputación de Ciudad Real), actualmente en su segunda edición. En esta receta presentamos la versión de ajo patatas con arroz y bacalao seco:

Ingredientes (4 personas):
  • 200 g de arroz
  • 200 g de patatas
  • 150 g de bacalao seco
  • 12,5 cl de aceite de oliva
  • 4 dientes de ajo
  • Una cucharadita de pimentón
  • Sal
  • Agua
Elaboración:

Se pelan las patatas y se contar en dados, rompiéndolas antes de terminar el corte para favorecer la salida del almidón y que quede espeso el caldo. Luego se ponen a calentar el aceite en una sartén o caldero. Se sofríen las patatas junto con el arroz y los ajos con su cascara. Posteriormente se añade el pimentón cuidando que no se nos queme. Cuando esté sofrito el conjunto se agrega el agua y cuando ésta comience a hervir se pone el trozo de bacalao, que previamente se ha tenido que lavar para quitarle la sal. Cuando el arroz esté hecho se prueba y si es necesario se rectifica.

El plato se toma caldoso y es mejor comerlo en caliente en el mismo recipiente en el que se ha cocinado. Algunas recetas añaden como toque una hoja de laurel o algo de comino. Otras versiones no echan los ajos al principio y hacen un majado con ellos que lo añaden durante la cocción.

En fin estamos ante una de esas recetas para compartir con los amigos y/o familia en estos días de invierno. Una receta que nos hace abstraernos a sabores primarios y contundentes, y a tiempos difíciles donde a veces tenían que echarle imaginación para hacer que la alimentación fuera algo más que un simple comer.

Referencias:

Carmen de Gregorio Arriaga. Costumbres y Cocina Manchega. Biblioteca de Autores Manchegos.  Segunda edición 2016. Diputación de Ciudad Real

Cocina de Pepe (blog)

Revelando mis fuentes (Blog)

Fray Lucas de Almodóvar. Fraile y sanador en Nueva España

     “Al tiempo de su muerte apareció una cruz en el aire, y grande, sobre la enfermería donde acababa de expirar el Santo lego



30 de octubre de 1552

Yo, Antonio de Mendoza y Pacheco, Caballero de Santiago, Comendador de Socuéllamos, Virrey de la Nueva España hasta 1550 y actualmente virrey de Perú, redacto el presente escrito viendo cerca el final de mis días, con el fin de recordar a aquella persona que años atrás logró curarme de mis enfermedades, espantando a los diablos que consumían mi interior y prolongando mi existencia hasta el día de hoy.
Ilustración recreando Frailes Franciscanos e indígenas. (www.angelopolis.com)

Fray Lucas de Almodóvar era el nombre del lego de la orden de Nuestro Seráfico Padre San Francisco que, con una fe inquebrantable, cuando estando ya estando desahuciado por mis médicos, logró sanar con sus manos las enfermedades que me postraban. Desconozco la fecha de nacimiento de Fray Lucas pero por su rasgos debió nacer a principios de este siglo. Algunos lo tachaban de extremeño pero su apellido lo delataba, solo podía ser nacido en la Noble y Leal villa de Almodóvar del Campo. Como todos los religiosos que llegan a Nueva España, conocía bien las privaciones y el consumir de su vida que le acarrearía la estancia en estas tierras; esto unido la convicción de que no volverían a pisar la tierra que les vio nacer le llevaba a tomar el nombre de su localidad natal como apellido. Bello gesto el de estos humildes siervos de Dios al recordar la raíz de la que brotamos.

Fray Lucas debió arribar a Nueva España sobre 1530, asentándose posiblemente en el hospital que la orden Franciscana tenía en Tlaxcala, cercano a ciudad de Puebla de los Ángeles, fundada  el 16 de abril de 1531. Allí atendían a los indígenas y vivían de sus limosnas, “como los indios son muchos, aunque den poco, de muchos pocos se hace mucho, y más siendo continuo, de manera que el hospital está bien provisto”. En Puebla, Fray Lucas entablo un íntimo contacto con los indios de aquella zona y en ese lugar, por la gracia divina, obtuvo el don de la sanación.
Portada de la tercera parte del libro "De los veintiún libros rituales y monarquía indiana" escrito pro Fray Juan de Torquemada

Paso posteriormente al convento de San Francisco de México, con mucho ejemplo y observancia de su profesión. En este lugar uso su don e hizo muchas curas muy señaladas en religiosos y seglares, así españoles como indios; de los cuales como pobres se compadecía. En este convento hospital me curo él, dejándome sano mediante la voluntad divina. Pareciese que Dios quería que se cumpliese en su siervo Fray Lucas lo que dice el apóstol San Pablo, que comunica el Espíritu Santo el don de curar a los que más le place y es su Santa voluntad.
Capilla Abierta del ex-convento Franciscano de la Asunción en Tlaxcala. cercano a puebla de los Ángeles, actualmente Puebla de Zaragoza (www.mexicoenfotos.com)

Entendiéndose esta donación y gracia del bendito religioso, sirvió para acompañar al más afamado medico que había en la ciudad siendo yo Virrey, el doctor Alcázar. Así pues, éste no quería curar con otro sino con este siervo de Dios, pareciéndole que más curaba por milagro que por ciencia. De las otras órdenes venían enfermos religiosos a la enfermaría de San Francisco a curarse con él, como lo hizo el muy Bendito y Venerable Padre Maestro Fray Alonso de la Vera Cruz, honra de su religión y luz en estas Indias Occidentales, de la Orden del Glorioso Padre San Agustín. Sanó Fray Lucas a este Santo hombre de una grave enfermedad, volviendo sano a su monasterio. Con otros muchos hizo lo mismo y es imposible contar el numero de almas a los que perpetuo en esta tierra.
Extracto del libro De los veintiún libros rituales y monarquía indiana" escrito pro Fray Juan de Torquemada

Murió Fray Lucas hace dos años, sobre 1550. Al tiempo de su muerte apareció una cruz en el aire, y grande, sobre la enfermería donde acababa de expirar el santo lego y donde tanto se había abrazado con la cruz de Cristo, ejercitando aquel oficio y obra de tanta caridad. La cruz fue vista por algunas personas seglares y devotas del convento y admirados de ello, lo vinieron a decir a los religiosos. Hallaron que en aquel mismo tiempo acababa de expirar el siervo de Cristo Fray Lucas de Almodóvar.

Fue muy devoto de la santísima cruz, notable enfermero y abnegado fraile poseedor de un don para la sanación, del cual hizo siempre uso con santidad, ayudando a españoles e indios en sus enfermedades y pestilencias sin diferenciar origen, razas o género. En estos últimos días de mi vida recuerdo la humildad con la que este siervo de Dios me salvo y como su fe inquebrantable me sirvió de ejemplo para guiar mi alma a través de este fugaz viaje que es la vida.

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El texto presentado es una recreación ficticia de una carta escrita por Antonio de Mendoza y Pacheco, contando la vida del que fue su sanador Fray Lucas de Almodóvar. El texto se basa fundamentalmente en la tercera parte del escrito “de los veintiún libros rituales y monarquía indiana” escritos por Fray Juan de Torquemada, donde se incluye una breve reseña de la vida de Fray Lucas.
Grabado de la antigua sacristía del convento de San Francisco en Mexico D. F.

La figura de Fray Lucas de Almodóvar aparece por primera vez, según las referencias encontradas, unida al pueblo de Almodóvar del Campo en la relación de personajes ilustres que el historiador manchego D. Inocente Hervás incluía en su “Diccionario Histórico, Geográfico, Biográfico y Bibliográfico” publicado en el año 1890. En este texto otorga el título de Venerable a Fray Lucas, lo cual, dada la vida y milagros que obró en Indias, es posible que le fuera concedido; aunque no hemos conseguido documentación que corrobore este extremo. Tenemos que indicar que Almodóvar del Campo fue la población de la que partieron más frailes y sacerdotes a Indias durante el siglo XVI en la provincia de Ciudad Real, por ello es bastante probable que el apellido se correspondiese con la villa de Almodóvar del Campo.

Actualmente su figura es recordada con el nombre de una calle en Almodóvar del Campo. Su vida y abnegado ofrecimiento a los demás, sin distinción de clases y origen, son un ejemplo y por ello hemos querido recordar con esta entrada a Fray Lucas de Almodóvar.
Grabado de la portada de la iglesia de San Francisco (Puebla de los Ángeles)

Referencias:

Fray Juan de Torquemada. De los veintiún libros rituales y monarquía indiana… 1713.

Inocente Hervás y Buendía. Diccionario Histórico, Geográfico, Biográfico y Bibliográfico.


Alfonso Reyes. La “X” en la frente. Textos sobre México. 2012.

Jerónimo de Mendieta. Vidas Franciscanas. 1945.

Miguel Ángel Cuenya Mateos. Puebla de los Ángeles en tiempos de una peste colonial. 1999.

J.M López Piñero y J.L. Fresquet. El mestizaje cultural y la medicina novohispánica del s XVI. 1995.


La historia de la siega. Desde Egipto hasta finales del siglo XIX por C. Rodrigañez

Reproducimos un articulo escrito por C. Rodrigañez en la Gaceta Agrícola del Ministerio de Fomento en 1883, sobre la evolución de las herramientas y utensilios para realizar la siega y como estos han ido evolucionando en el tiempo. Partimos desde herramientas básicas como la hoz, ya utilizada en el neolítico, y acabamos con ingenios precursores de las actuales cosechadoras. La evolución desde el momento en el que acaba el articulo hasta la actualidad ha sido evidentemente enorme, pero no podemos olvidar como se ha realizado la siega a lo largo de milenios y el esfuerzo que ha supuesto a la humanidad; por eso nos ha parecido interesante recuperar este trabajo. Sin más os dejamos con el ameno articulo del citado C. Rodrigañez.

Siempre, en todos los ramos del saber humano y en sus múltiples aplicaciones á la vida social, es de gran importancia recurrir á la historia, “ese monumento eterno que recibe la herencia intelectual de las generaciones para salvarla de los naufragios del tiempo y los olvidos de la tumba:” la provechosa enseñanza del pasado nos guía en el presente y anima y sostiene la esperanza en lo porvenir; los reveses y obstáculos vencidos fortifican el ánimo en la lucha constante del progreso.

La historia de la agricultura, siguiendo paso á paso la marcha de la humanidad, retratando fielmente su situación en las diversas fases que en su largo camino ha atravesado, presentándose pobre y extensiva en las primeras edades, rica y floreciente en aquellos pueblos que alcanzan mayor cultura de todos géneros, no sólo nos indica que el bienestar moral y material están en razón directa y casi subordinados á la prosperidad de los campos, sino que también hace germinar la fe más ciega en las reformas científicas y en los adelantos modernos.

Figura 1: la siega en Egipto hace 6.000 años.

En España, donde, entre otras causas, el espíritu de la rutina se opone al desarrollo de las innovaciones agrícolas; aquí, donde la máquina más perfeccionada lucha con las antiguas prácticas y aun llevando á su lado el éxito es vencida, los ensayos son casi siempre de consecuencias funestas; desgraciado el que inventa, modifica ó introduce cualquier mecanismo ó trata de implantar algún cultivo; si desde el primer momento no consigue realizar todas las ventajas que se propone, las críticas más duras y las consecuencias más descabelladas llueven sobre él, sin tener en cuenta que á veces la operación depende de un detalle imprevisto, y que una vez conocido el tan criticado sistema, puede redundar en beneficio inmenso para la clase labradora. A nada de esto se atiende, la atmósfera desfavorable se esparce envolviendo todo lo que desconocido y difícilmente y á costa de grandes esfuerzos puede desvanecerse. Por esta razón todo lo que tiende á destruir ese espíritu antireformista, lo consideramos digno de la mayor atención y creemos que los estudios históricos de la mecánica agrícola pueden contribuir en gran manera á este objeto.

Hoy que el problema de la siega mecánica está completa y satisfactoriamente resuelto; hoy, que la misma máquina, con gran economía de tiempo y de dinero, librando al hombre de una penosa faena hecha bajo un sol canicular, siega la mies, agavilla y deposita los haces uniformemente en el suelo, vuelvan la vista nuestros labradores al pasado, vean las metamorfosis que ese mecanismo ha sufrido para llegar al perfeccionamiento que tiene, y digan después de conocido todo esto, si no es injusticia notoria contrarrestar el impulso de la agricultura hacia las mejoras modernas ya ensayadas, y entorpecer con la apatía ó la oposición más ruda el espíritu reformista, cuando hasta los ensayos más insignificantes deben tenerse en gran estima por ser preludios de conquistas tan grandiosas como las obtenidas en el material agrícola.
Figura 2: maquina de segar de los galos.

Desde el momento que el hombre trazó el primer surco en la tierra y abandona la vida errante del pastoreo, los cereales, el trigo entre ellos, crecen al lado del hogar, figurando como uno de los principales alimentos: desde los tiempos más remotos se conocen las fiestas de la abundancia. Cuando llega la época de la siega, ya sea en una ú otra forma, todos los pueblos han celebrado esta solemnidad consagrada á Ceres, cuyas sacerdotisas abren la marcha en la procesión del trabajo.
Figura 3: máquina de segar de los romános.

Las noticias que á nosotros han llegado de las primeras edades, comprueban que el cultivo, y por consiguiente la siega de los cereales, cuentan unas ejecutorias tan largas como las de la humanidad. No los encontramos en las primeras edades de la India, donde la fertilidad del suelo y su espontánea y exuberante vegetación evitaban toda clase de cultivo; pero ya en el Egipto, en las orillas del misterioso Nilo, encontramos en las tumbas y en los templos numerosos restos de su escritura jeroglífica, que revelan, no sólo la explotación de los cereales, sino también los procedimientos que para recogerlos se empleaban: ejemplo de esto es la figura 1 copiada de una tumba que indica la forma en que se hacia la siega en Egipto hace seis mil años.
Figuras 4 Primera guadaña perfeccionada de los antiguos
Figura 5 Hoz de los antiguos.

Los diferentes instrumentos que para la recolección se han empleado son muy diversos, y de ellos nos ocuparemos más tarde; las máquinas segadoras, en cambio, hasta época muy reciente son escasas, y en la antigüedad sólo se conocía un sistema, debido, según todos los autores, á los galos; esta máquina, ya conocida en la Galia cuando ésta se hizo romana en costumbres y en lenguaje en tiempo de Vespasiano, es la misma que adoptaron más tarde los romanos. Según las descripciones de Plínio y Palladio, consiste en una especie de carro montado sobre dos ruedas que lleva en su parte anterior una plancha con un número variable de dientes, según la extensión que se quiera abarcar, y una especie de ranuras por las que se introduce la espiga, cayendo en la caja del carro: un buey enganchado en la parte posterior de aquél, la imprime movimiento, y la espiga se separa de la paja, pero sin ningún aprovechamiento de ella. Esta máquina es lo mismo en la Galia que en los campos romanos, según puede verse por la figura 2 y por la 3 que tomamos, así como algunas otras, de un folleto publicado por Mr. Pilter.
Figura 6: Ani Ani empleada en Java.
Figura 7: hoz usada en España.

Figura 8: hoz dentada de los antiguos.

La segadora de los galos desaparece de la práctica por completo, sin duda alguna, cuando el aumento de terreno cultivado hizo disminuir los pastos y obligó á aprovechar la paja para alimento del ganado; pero si de máquinas no encontramos vestigio en un largo período de tiempo, no sucede lo mismo con los cuchillos, hoces y guadañas que se emplean en la siega á brazo, que se multiplican afectando formas muy variadas, según su destino y los pueblos que los usan. Las narraciones, medallas y monumentos antiguos indican algunos de estos instrumentos, entre los que podemos señalar la primera guadaña perfeccionada de los antiguos (figura 4) y la hoz, también contemporánea de la anterior, figura 5, el Ani Ani, cuchillo usado por los naturales de la isla de Java, figura 6, y la hoz, todavía generalizada en España con una curvatura más ó menos pronunciada en la hoja y un mango terminado por una ligera eminencia, según puede verse en la figura 7, que sirve para sujetarla mejor.
Figura 9: hoz dentanda del Reino de Valencia.

Estas hoces, de curvas más ó menos pronunciadas, también se usan con la hoja dentada, variando muchísimo de forma; en la antigüedad ya se conocía la que representa la figura 8, que se encuentra en los manuscritos de Hexiodo y á este género pertenece también la usada en el reino de Valencia (figura 9).

La necesidad cada vez mayor de aprovechar las pajas modifica las formas de las hoces generalmente empleadas, y las guadañas con un mango de mucha más longitud las sustituyen en el aprovechamíento de rastrojos y en la siega de forrajes. La inmensa comodidad que proporciona al obrero y por consiguiente el mayor trabajo de ésta, generaliza bien pronto estos útiles, que se han ido modificando notablemente; desde la guadaña representada en la figura 4 pasa á la que indica la figura 10, que ya presenta la ventaja de que puede por la forma de su mango manejarse con ambas manos. Más tarde se adoptó la guadaña de cortar forrajes (figura 11), teniendo como tipo intermedio por la mayor longitud de un mango la guadaña de forma de gancho hoy empleada en Suecia por las espigadoras (figura 12).
De arriba hacia abajo: figura 10: guadaña para cortar rastrojos; Figura 11: guadaña para cortar forraje; figura 12: gancho para espigar; figura 13: guadaña usada en el canton de Appenzel.

A las guadañas de mango largo se añade más tarde algunos agarraderos ó se dá desde luego al mango forma á propósito para manejarlo fácilmente con las dos manos, y de estas modificaciones resultan diversos tipos entre los que podemos contar el representado por la figura 13 usado en el cantón de Appenzel y bastante generalizada en diversos países.
Figura 14: guadaña con soporte de red usada en Suecia.

Los instrumentos de la siega á mano sufren una nueva reforma; á fin de sostener la paja de los cereales ó los forrajes á medida que se van cortando y de facilitar la formación de gavillas, se añade al mango de la guadaña un soporte que puede ser de red, como el empleado en Suecia (figura 14), ó puede ser de madera de poco peso y doble, como indica la figura 15, que representa un sistema muy conocido en todos los países.
Figura 15: guadaña de doble soporte.

Figura 16: tijeras inventadas por Meores.
Figura 17: maquina de Taylor.

Con estos instrumentos se ha ejecutado la siega en todos los países hasta mediados del siglo presente, pues aunque se ha tratado de sustituir las hoces y guadañas por otros instrumentos, no han dado resultado alguno. En 1830 Meores inventó unas grandes tijeras montadas sobre dos ruedas (figura 16).

Taylor, en 1751, idea también la máquina que representa la figura 17, y que consiste en un disco al que se imprime movimiento con la mano y éste á su vez lo trasmite á una hoz, y todo ello vá montado sobre cuatro ruedas. Pero los inconvenientes que estos nuevos aparatos ofrecen hacen que se trate ya con verdadero ahinco de inventar máquinas más perfeccionadas para la siega. Desde 1785 se trabajaba activamente en el asunto, y en Inglaterra se presentaron varios modelos de escaso resultado. En 1811 Smith inventa en Escocia una nueva máquina que se creyó mucho más práctica que las anteriores, basada en el empleo de una sierra giratoria situada en la base de una rueda que se pone en movimiento por un sistema de engranaje, según puede verse en la figura 17.
Figura 17: Maquina segadora de Smith.

Nuevos ensayos y reformas de todos géneros se intentaron con poco éxito, hasta que en 1826 el reverendo Patrick Bell ideó la segadora que lleva su nombre (figura 18) , que llamó poderosamente la atención en los diversos ensayos con ella practicados. Sin embargo, en Inglaterra no fué bien acogida, y hasta que se presentó la de Mr. Mac-Cormick, de los Estados Unidos, no se extendió su empleo en la agricultura inglesa; una vez aceptada esta máquina, se ha reformado, constituyendo los diversos sistemas que ya conocen los lectores de la GACETA AGRICOLA, hasta llegar á las segadoras agavilladoras más perfectas.
Figura 18: segadora de Patrick Bell.

A la ligera hemos indicado la historia que las máquinas y procedimientos de siega han seguido, y creemos que después de conocida, no dudarán nuestros labradores lo que al principio les decíamos: hasta los ensayos más insignificantes deben tenerse muy en cuenta, pues son la base, en la mayor parte de los casos, de conquistas de mucha importancia y de verdadera utilidad práctica.

C. RODRIGÁÑEZ.
Gaceta Agrícola del Ministerio de Fomento
Segunda época Tomo VIII
Octubre a Diciembre de 1883

Nota: en el articulo se numeraban las figuras siguiendo la correlación existente en toda la gaceta. Para facilitar la lectura hemos renumerando las figuras.