La fábrica de harinas La Purísima, historia del negocio familiar. Modernización y traspaso (1954-2015).
...Viene de la parte 1ª
A principios de los años 50 Jacinto y Manolo se plantean realizar una restructuración del antiguo molino de los Porras, con el fin de modernizar las instalaciones y aumentar la capacidad de producción. En el año 1952 se realiza el proyecto. Se ejecuta éste y en 1954 entra en funcionamiento la nueva fábrica. La obra la ejecuta Gabriel “el albañil”, también participó en temas de carpintería Serapio y el taller de Julián Carrero. Esta ampliación fue financiada totalmente por Jacinto y Manolo a través de préstamos bancarios.
Inauguración de la ampliación de la Fábrica. El niño de la foto es Jacinto Ruiz García-Minguillán, esta situado al lado del abuelo Manolo y del Tío Jacinto.
La nueva fábrica es el edificio más alto y nuevo que puede verse a día de hoy en el recinto de la fábrica. Utiliza en la molienda el sistema Verdú, desarrollado por la casa de Alcoy y que posteriormente se trasladó a Valencia, Verdú y Cía. La fábrica tenía una longitud trabajante de 4 metros, con 4 compresiones de medio metro y cuatro trituraciones de medio metro. La longitud trabajante era una medida de la capacidad de producción de las fábricas de harina de aquella época, a más longitud más producción. La longitud trabajante declarada de la molineta de los Porras era de 1,3 m, por lo que vemos que la ampliación aproximadamente triplicó la capacidad de producción de la fábrica. En la nueva fábrica los elevadores funcionan con canjilones y todas las transmisiones se hacen con correas de cuero. La fábrica es movida por un motor eléctrico. El edifico está realizado con forjados de madera de pino de Cuenca y muros de fábrica en fachada. La madera amortigua muy bien las vibraciones inducidas por la maquinaria, en especial de las que ciernen la harina, llamadas planchistes.
Vista de los molinos de la ampliación de la fábrica. Estos molinos todavía se encuentran moliendo trigo.
A esta nueva fábrica le ponen el nombre de La Purísima, por la devoción a la Inmaculada Concepción y como un juego de palabras con el nombre de la tía Pura. El nombre de La Purísima fue común en varias fábricas de harina de la época, también como señal de un incipiente marketing dando a entender, a través del nombre de la marca, la buena calidad del producto. El logotipo que se luce en los sacos es la Inmaculada Concepción de Murillo, la cual también está representada en la fachada principal del edificio de la fábrica con un embaldosado cerámico.
En aquella época en Almodóvar había tres fábricas de harina. Nosotros que éramos la más pequeña de las que había en Almodóvar y llegamos a moler 15.000 kg diarios de trigo, El Porvenir que era la fábrica de las hermanas Puldain y tenía una capacidad para moler 50.000-60.00 kg diarios de trigo y la Electro-Harinera-Panificadora se situaba en un término intermedio con 35.000-40.000 kg diarios de trigo. El Porvenir llegó a trabajar en 2 o 3 turnos, nosotros llegábamos como mucho a 16 horas porque era un negocio familiar y el cuerpo ya no daba para más.
Diagrama de molturación del proyecto de ampliación de la fábrica.
El transporte del trigo y de la harina hasta las panaderías era complicado, dado el estado de las carreteras y que en muchos casos se hacía con carros. El abuelo y el tío compraron una camioneta que permitía transportar hasta 1.500 kg de harina con el fin de agilizar las entregas y poder llevar harina a poblaciones cercanas. Posteriormente compraron otras dos camionetas, una de la marca Chevrolet y otra de la marca Dogde (“el carnero”) ambas de 3000kg. La camioneta Dogde fue comprada a las minas de Gomeli que estaban en el campillo. Como chóferes trabajaron Ángel Morales Pérez-Serrano (1955-1957) y Jerónimo Romero González (1958-1963).
La competencia era muy alta dado el desajuste existente entre la capacidad de molturación existente en el país y el estancamiento de la producción y consumo de harina. Este desajuste estructural trajo consigo que se realizaran una serie de restructuraciones del sector en los años 60. Básicamente la restructuración consistió en “achatarrar” metros de longitud trabajante, aproximadamente la mitad de la existente. Las fábricas que quedaron en servicio pagaron a las que se cerraron. El problema fue que muchas fábricas ya cerradas o con baja producción cobraron el canon. Se estima que la mitad de los metros que se quitaron ya no estaban operativos. Por ello, al final esta restructuración salió cara a los que se quedaron y no sirvió para eliminar competencia. En nuestro caso el abuelo y el tío pagaron un millón de pesetas de aquella época, que no les sirvió de mucho.
Anuncio de la Fabrica en el diario Lanza en 1984.
En 1970 los altos intereses de los créditos, necesarios para "mover" el negocio, los cuales estaban sobre el 15%, literalmente se comían el beneficio. Esto unido a la entrada de grandes fábricas en el sector y a la restructuración anteriormente comentada, que no dio los frutos esperados, hace que decidan cerrar la fábrica. Durante los siguientes años la familia se dedicó a la agricultura, sobre todo porque teníamos arrendada la finca de Los Carretones, cercana a Tirteafuera.
En el año 1972 un panadero de Puertollano, Vicente Moreno propone a Jacinto y José Manuel Ruiz, hijos de Manuel Ruiz y sobrinos de Jacinto Pérez-Serrano, la apertura de nuevo de la fábrica. Limpian la fábrica completamente durante 3 meses y se reabre en 1972. En esta nueva etapa la gerencia del negocio recae sobre Jacinto y José Manuel a los que traspasan el negocio. Hubo algunos problemas legales en la reapertura ya que la administración dijo que habíamos perdido los derechos industriales, pero la consideración de paralización temporal de un negocio familiar ganó la demanda que se interpuso, y permitió que se pudiera reabrir. El comercio del trigo estaba controlado por el SENPA (Servicio Nacional de Productos Agrarios) y todas las transacciones se realizaban con la administración de por medio. A principios de los 80 se liberaliza el sector y se empieza a comprar directamente el grano a los agricultores. En este punto tenemos que recordar al último “Jefe del Silo” que hubo en Almodovár, José Hernández del Amo, que siempre aconsejó a Jacinto y José Manuel en todas las cuestiones relacionadas con el trigo.
Manuel Ruiz y Jacinto Ruiz trabajando en la fábrica.
Inicialmente las panaderías de Puertollano eran nuestro cliente principal y nos movíamos en un negocio bastante local. Estaban las panaderías de Victoriano Blanco, Pizarro, Vicente Moreno, Antonio Romo, Jesús y Luis Carrión, Hermanos Madrid y Balsera. Como anécdota de la relación que existía con los panaderos, indicamos que Victoriano Blanco y Pepe Pizarro estuvieron en el Bautizo de Jacinto Ruiz García Minguillán en el año 1948.
Durante los años 80 se realizaron pequeñas obras en la fábrica como la ampliación del patio, disposición de depósitos de limpia, adelantadores de molienda, filtros de aire, pesadoras y depósitos de harina… todo ello con el fin de aumentar la capacidad de molienda y poder atender a una demanda creciente y exigente. En los años 80 y 90 se estuvo llevando harina, aparte del mercado más local, a Ciudad Real, Toledo y Madrid. En esta época trabajaron y colaboraron con nosotros, Cayetano Molina, José Luis de Gregorio, Pascual Sendarrubias, Juan Monsalves, y Carmelo Pérez-Serrano. La fabrica también ha participado en los últimos 20 años en la lonja de cereales de la provincia, sitio donde se fijan precios de referencia para los productos agrarios, como comercializador de cereales y harinas.
Noticia en la revista Empresa en el número correspondiente a febrero de 1999.
La evolución del sector de la producción de harina en estos 100 años es digna de estudio. Como datos indicamos que en los años 70 existían en España alrededor de 2.200 fábricas, actualmente quedan 130 aproximadamente. En la provincia de Ciudad Real había unas 67 fábricas y hoy quedan 6. En 2014 el 5% de las fábricas elaboraron el 95% de la harina en España, por lo que los pequeños productores deben de buscar nichos muy específicos donde no llegan estas grandes fábricas. Las grandes fábricas controlan el precio del producto y es difícil competir con ellas.
Otro dato curioso es la evolución de los envases, en los años 30 se envasaba en sacos de yute de hasta 100 kg. Posteriormente se comenzaron a utilizar sacos de 80 kg que fueron sustituidos desde mediados de los años 60 hasta bien entrados los 90 por envases de 50Kg. En los años 80 se comienza a envasar en sacos de papel, más higiénicos. Actualmente los sacos son de 40 kg o incluso de 25 kg, más manejables y cumpliendo los requisitos de riesgos laborales que establece Europa.
José Manuel Ruiz García-Minguillán junto a unos sacos de harina para rebozar.
Jacinto Ruiz se jubiló en 2013 y José Manuel todavía continúa con la molienda, la fábrica que básicamente se inauguró en 1954 con las reformas realizadas posteriormente. La fábrica sigue con el mismo nombre y el mismo logotipo. “Siempre ha sido un negocio difícil pero con lo que ha dado se ha podido criar a la familia. A la fábrica le hemos tenido mucho cariño y sobre todo hemos trabajado mucho en ella”, me dicen mi padre y mi tío. Se deberían mantener algunas de estas fábricas, junto con otras pequeñas industrias que han ido desapareciendo progresivamente o cambiando en su forma, como bodegas o almazaras para que la juventud actual vea como se trabajaba antes y el esfuerzo que realizaron nuestros abuelos para levantar el mundo que disfrutamos en nuestros días, y de esta forma saber apreciar mejor lo que tenemos.
El abuelo Manolo, al que dedicamos esta entrada junto al tío Jacinto, en su fábrica.
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2 comentarios
Que gran familia ¡ Saludos Jacinto, José Manuel y familia ¡
ResponderEliminarGran familia un abrazo fuerte de Panadería Romo.
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